El mandamás del petróleo al-Jaber es perfecto para encabezar la COP

December 7, 2023

Franklin Dmitryev

(Translation: Trasversales. N. 65, Dec. 2023, from English)

La COP28 comenzó el 1 de diciembre. Se trata de la gran conferencia internacional sobre el clima de este año, la número 28 de su serie desde 1995. Su presidente es el sultán Ahmed al-Jaber, por el país anfitrión, los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Resulta que es el director de ADNOC, la empresa petrolera estatal de los Emiratos Árabes Unidos, así como de una empresa estatal de energía renovable.

¿Qué hay realmente de nuevo en admitir abiertamente que las compañías petroleras (privadas y estatales) dirigen el espectáculo? Foto: IAEA Imagebank, CC BY 2.0 DEED.

La elección de un ejecutivo petrolero para encabezar las conversaciones sobre el clima fue controvertida. Ahora bien, ¿esta decisión no ha sido precisamente un “quitarse la máscara”?

Las empresas de combustibles fósiles, de agronegocios, químicas y de plástico, así como otros capitalistas y organizaciones capitalistas vinculados a las actividades más destructivas para el clima (como producir y quemar combustibles fósiles, la deforestación y la agricultura industrial intensiva) siempre han presionado en estas conferencias climáticas, sobre todo detrás del escenario, y siempre han influido sobre los gobiernos nacionales que son quienes toman las decisiones en estos eventos.

COP significa conferencia de las partes, y las partes son los gobiernos que ratificaron el tratado de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Las decisiones se toman por consenso, lo que otorga poder de veto a los principales productores y usuarios de carbón, petróleo y gas natural, como Estados Unidos, China, Rusia, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Por eso los combustibles fósiles ni siquiera fueron mencionados en los textos adoptados por estas conferencias hasta 2021, e incluso entonces, en el Pacto Climático de Glasgow de la COP26, se redactó de manera laxa como un llamamiento a “acelerar los esfuerzos hacia la eliminación gradual de la energía basada en el carbón y de ineficientes subsidios a los combustibles fósiles”.

Como señalé entonces: “Lo que faltaba en el Pacto de Glasgow, el Acuerdo de París, el Protocolo de Kioto y, de hecho, en todo el proceso climático de la ONU, era una eliminación completa y rápida de la producción y el uso de combustibles fósiles, y la construcción global de infraestructuras y otras condiciones necesarias para que eso sea factible sin sacrificar a numerosos países”.

Las compañías petroleras dirigen el espectáculo

Entonces, ¿qué hay realmente de nuevo en admitir abiertamente que las compañías petroleras (privadas y estatales) dirigen el espectáculo? ¿Por qué debería sorprendernos saber que las comunicaciones internas entre los organizadores de la conferencia sobre el clima fueron compartidas con ADNOC? ¿De qué otra manera se suponía que ADNOC tomaría todas las decisiones importantes? ¿Por qué debería sorprendernos que los Emiratos Árabes Unidos utilicen las reuniones sobre el clima antes y durante la conferencia para hacer negocios para su compañía petrolera?

Al-Jaber argumentó con cara de póker que las compañías petroleras son las que tienen experiencia, por lo que deben ser parte de la planificación, el diseño y la implementación de la transición energética necesaria. Varios diplomáticos como John Kerry repitieron más o menos ese argumento. Esto tiene cierta lógica al emanar de la naturaleza contraproducente de un proceso centrado en los capitalistas y, muy directamente, en sus poderes estatales. Y esta lógica va en contra de la realidad.

La realidad es que las empresas de combustibles fósiles, los capitalistas que las dirigen y se benefician de ellas y los gobiernos y políticos que se doblegan ante ellas son en esto el enemigo de la humanidad. Ellos son los que impulsaron la negación del cambio climático, los que impulsaron un retraso tras otro en combatirlo o incluso en reconocerlo como una crisis, y quienes incluso ahora siguen obstruyendo la acción. Con cada año de inacción o de mínima acción que pasa , crece la inherente inercia hacia la catástrofe y crece la magnitud de los esfuerzos necesarios para revertir la situación. El sufrimiento causado ahora y en el futuro por la crisis climática crece, y los sacrificios necesarios (que, sin embargo, están distorsionados y exagerados por las grandes petroleras y sus ideólogos) también crecen.

Dos mundos en cada país

Es imperativo tener esto claro, reconocerlo y comunicarlo, tenerlo en cuenta en todos nuestros planes: estas fuerzas son enemigas de la gran mayoría de la humanidad. En cada país hay dos mundos, el de los dominantes y el de los dominados, y estas fuerzas son parte de la guerra de clases contra la mayoría de la población. La idea misma de “trabajar con” estos “expertos” equivale, en esencia, a ondear una bandera de rendición. Es una invitación a las mismas fuerzas que nos están matando a que decidan si continúan matándonos, con qué rapidez y de la manera que crean que les beneficiaría más.

Lo que se necesita es derrotar a este enemigo, no rogarle que haga lo correcto, sino quitarle el poder, que las gentes tomen el control de todo lo que ese enemigo posee y controla, como parte de una transformación revolucionaria. Nada que sea menos que eso tendrá éxito.

Esa es la esencia de por qué el proceso de la CMNUCC y sus COP, centrado en el Estado y empapado de petróleo, está destinado a desviar a la humanidad de soluciones reales y adecuadas. El hecho es que, a pesar del calentamiento y de la destrucción que provocan las emisiones ya producidas, todavía no es demasiado tarde para marcar una gran diferencia y alejarse de la catástrofe total. Eso requeriría revertir las relaciones de clases y encaminarnos como sociedad en una nueva dirección humana; ese proceso mejoraría las vidas de la gran mayoría de la humanidad por varios caminos.

Por eso el sultán al-Jaber es la persona perfecta para encabezar la COP28.

2 de diciembre de 2023

 

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